El águila antes de criar a sus polluelos hace su nido, en las rocas escarpadas o en lo más alto y exuberante del bosque. Usa para ello espinas de rosas o de zarza y luego de cazar a conejos o corzos usa sus pieles para cubrir el nido y después de cubrirlo cazan algunos pájaros para usar sus plumas.
Cuando los polluelos nacen pasan la mayor parte del tiempo comiendo todo lo que su mamá les ofrece. Se alimentan sin prisa, pero sin pausa; hasta tomar cuerpo de un águila.
Cuando esto sucede, la madre prueba si sus alas están suficientemente fuertes para alzar vuelo. Se coloca delante de ellos y les enseña a volar. Primero les enseña a mover sus alas, hace que ellos sientan cuán hermosas alas tiene su madre. Luego, sentada sobre el nido, hace a sus polluelos subirse sobre ella.
A decir verdad, ellos vivían cómodos en el nido, cálidos y con comida a gusto las 24 horas, sin preocupaciones y sin más problemas que alimentarse o dormir. De modo que no les será fácil a primera instancia.
La madre volverá a intentar, pero ellos seguirán inmóviles, y entonces tendrán que pasar hambre... Cazará un buen animal y se lo devorará delante de sus polluelos, sin prestarle atención a los pedidos de sus crías. El águila se mostrará indiferente por algunos días. Luego se colocará otra vez pidiendo subirlos sobre sus alas. El más valiente, como siempre, será el primero en intentar y entonces los otros le seguirán, uno tras otro.
Así el águila alzará vuelo sobre los cielos y los polluelos descubrirán que hay otro mundo más allá del nido.
Eventualmente la madre arrojará a uno al vacío y probará su determinación para emprender vuelo. Caerá rápido, muy rápido desde una altura inmensa y en este acto casi homicida los más aptos descubrirán lo que es volar.
Algunos otros simplemente se dejarán caer, confiados en el instinto de su madre, que segundos antes de tocar el suelo o las afiladas rocas, los asirá sobre sí para llevarlos nuevamente a la seguridad de su nido.
Pero es en esté momento donde la madre les enseñará la lección más importante de su vida. Una vez en el nido, los polluelos que restan se enfrentarán a una de las pruebas más arriesgadas de su vida. La madre tomará con el pico el suave y cálido exterior de plumas y pieles que cubre el nido y dejará expuestas a sus crías a merced de las afiladas espinas.
Así, una vez más, los polluelos se verán en la determinación de emprender el primer vuelo solos de su vida y conquistar los cielos o morir atravesados por las espinas que una vez fueron su cómodo hogar.
Hagas lo que hagas en la vida será insignificante, pero es muy importante que lo hagas. Porque nadie más lo hará.
Al igual que cuando alguien entra en tu vida y deseas que se quede para siempre...
Yo estoy trabajando en la parte de "para siempre".