jueves, 23 de abril de 2015

Primero

Todavía te veo en mis sueños.
Por lo general, tus manos están delicadamente alrededor de mi cintura.
Poco a poco se cierran tus párpados como si fueran tan delicados que pueden romperse.

Tu piel tan cercana despierta mis sentidos. Siento tu aliento en mi nuca y pierdo la cordura entre tus palabras. Ahí te vuelves tan real. Te haces tan letal. Y cada sueño como ése se vuelve aterrador.

Antes eran ellos mi guarida en el momento en que los hilos de oro de la luz se extinguían. Eran ellos mi pecado, mi aliciente y mi mejor secreto. De aquellos tiempos en que cada carta de amor a la izquierda en la almohada era más poética que la anterior. En que cada mensaje pintaba una estúpida sonrisa en mi cara y tenia cara de idiota casi todo el día.

Al volver a vivir a esos recuerdos me doy cuenta de que ya no puedo recordar un momento antes de este, en que haya querido más a alguien. Me esfuerzo por encontrar las palabras correctas para describir los momentos cataclísmicos, y representar en palabras las cosas extraordinarias que compartimos. Cuando estabas conmigo.

Cuando por debajo de las luces del puente agarraste mi mano y juraste con un beso algo más de mil años. Aunque yo conocía exactamente el curso de tus promesas. Yo sabía que cada persona en este mundo merece un momento como ese. Un instante en el cual saberse amado de verdad, sin el susurro de una sola palabra.

Mi amor no conoce fronteras y si me dan la oportunidad voy a llegar hasta los límites, como el más fiel de los corazones.

Estamos protegidos el uno del otro. Estamos decepcionados entre nosotros.
Nos amábamos. Nos desafiaron: el tiempo y la distancia.
Nos tenemos a pesar de todo. Estamos frustrados a causas de los otros.

Queríamos lo mejor de nosotros. Nos daño.

¿Cómo termina? ¿Cómo estás seguro de que estamos mejor sin estar juntos?
¿Por qué cada vez que intentamos hasta la fecha, nunca ha funcionado? Por qué se hace tan difícil lo que era aparentemente tan simple. ¿Por qué era tan difícil?

Qué éramos, qué fuimos y qué seremos… a pesar de todos los sentidos de la palabra.

Los dos estamos saliendo ahora con otras personas. Seguimos hablando a veces. Nos ayudamos mutuamente y animamos el uno al otro. Recordamos viejos recuerdos de una risa. Y en cierto modo, aunque debería, nuestra relación no ha cambiado mucho. Tengo miedo de siempre extrañar. Tengo miedo de que nadie me conozca como vos. Tengo miedo de que nadie me llegue como vos. Tengo miedo de que nadie me ame incondicionalmente como vos. Sin embargo, los dos sabemos que no podemos estar juntos. La gente dice que nunca se olvida un primer amor...

sábado, 4 de abril de 2015

«Era demasiado amor. 
Demasiado grande, demasiado complicado,
demasiado confuso, y arriesgado,
y fecundo, y doloroso.

Tanto como yo podía dar,
más del que me convenía.

Por eso se rompió.
No se agotó, no se acabó, no se murió,
sólo se rompió,
se vino abajo como una torre
demasiado alta, como una apuesta demasiado alta,
como una esperanza demasiado grande.»