domingo, 28 de marzo de 2021

¿Qué pasó?

sábado, 20 de marzo de 2021

Rutina

Cada día cuando me despierto pienso en vos. Habrás dormido bien o te habrá dado frío. Comiste. Sonreíste hoy. Sos realmente feliz.
Nunca necesitaste alguien que te cuide. Seguramente tampoco te supe cuidar.
Mí casa tiene solo dos ambientes, pero es gigante desde que no estás.
Miro por la ventana y te imagino en algún lugar. Me pregunto si también tenés una ventana, y si mirás la lluvia, y si pensás en mí.
Yo perdí peso y la gata empezó a perder pelo. ¿Vos qué perdiste?
En esta partida nadie ganó, ni siquiera una victoria pírrica. Hoy pienso que hubiera pasado si me reservaba el as de espadas.
No tengo un número al que llamar, tus voz se me pierde entre un mar de palabras, entre un montón de cosas que no dijimos y entre otro tanto que hubiéramos deseado no decir.
Yo hasta hoy no lo puedo entender. Tengo un montón de por qués, pero sigo sin poder hilar una razón.
Yo creí que era para siempre. Y siempre a veces son solo instantes.
Mí número sigue siendo el mismo y estoy en la misma dirección. Conoces todos mis arrobas, y ojalá que un día me quieras encontrar.
Yo espero, porque tiempo es todo lo que me queda. Cada segundo es también un tormento.

lunes, 1 de marzo de 2021

Pero todavía respiro

 Dejé el celular cerca para ver si escribías. Caminé perdido en tu oscuridad. Por un tiempo tuve que dormir con la luz prendida. Dejé la puerta entreabierta, esperando que simplemente volvieras.

Estoy tejiendo una soga y quitando de mi mente los recuerdos que estorban.

Llamé tú atención, enviando todas las señales, pero el reloj no se detiene. 
Ya te esperé otras cuarenta y seis semanas. Es extraño como te conozco, pero ya no sé nada de vos.

Prepará un discurso; decí algo divertido, decí algo dulce. Pero no digas que me amaste.

Pero todavía respiro, a pesar de todo lo que hemos sido. Estuvimos muertos por un tiempo. Esta enfermedad no tiene cura. Ahora estamos seguros: el uno del otro, el uno sin el otro. Ya caímos desde muy alto, perdimos el agarre. Mejor abandonar el barco.

Tal vez se puso demasiado feo. Tal vez yo estaba demasiado gordo. Tal vez querías algo mejor. Mejor suerte fuera del charco, de la educación no formal, de mis excesivos cuidados.

Juré de manera apresurada, pero lo juré: y me juraste no volver a mirarme, y también lo hice. Y lo hicimos por última vez.
Y a mi no me importó, porque seguía enamorado.

Así que mientras escribo esta carta y dejo en ella mi última lágrima, intento convencerme, como cada día, que esto es lo mejor. Que todo terminó en nosotros de la misma manera que comenzó hace 2496 días. Que mañana todo vuelve a empezar.


Vamos a cerrar este capítulo.

Decí una última oración. Pero no digas que me amaste...