No me puedes ver a los ojos porque sabes; no se puede sostener en la mirada lo que un día fue la llama de dos vidas. No se paga la mentira y el dolor.
Todo es tu culpa: las lágrimas los besos y el silencio entre los dos. No me castigues si dices lo dices y no te atreves a decir adiós. Hay una roca donde tuve el corazón.
Aunque parezca indiferentes en verdad no lo soy. Una lágrima que cae es porque anhela el sentimiento que habitó en algún momento entre los dos.