miércoles, 28 de diciembre de 2016

¿El suicidio como un deber?

Soy bastante egoísta, pero aprendí a disimularlo.
Estoy loco, pero dicen que las mejores personas lo están.
Soy un provocador y eso es parte de mi esencia.

Descubrí que soy terriblemente celoso, aunque nunca supe compartir absolutamente nada.
Soy un estúpido romántico que cree en el amor, en las promesas, en los cuentos de hadas y en toda esa porquería.

Lloro seguido, y lloro bastante. Mis emociones dominan mis pasos y mis impulsos son dueños de mi vida. Amo con pasión, con tanta y tan real que, cada dos por tres termino descorazonado, tirado en el suelo.

A veces soy lindo, a veces soy feo. Y ese es un estado que depende solo de mi visión.
Soy perfeccionista, pero demasiado colgado en cientos de otros aspectos.

Me juego por lo que creo, y generalmente me creo cualquier cosa.
Me siento idiota por todo esto, pero soy así.
Soy todo esto y un poco más...

Soy tantos todos, que no soy ningún alguien. No conozco el amor, solo materializo mis obsesiones.

Muero por la caricia deseada, por la mirada buscada, por la pasión reprimida.

Soy no correspondido. Estoy des admitido

Soy visceral, soy auténtico, soy leal a mis sentimientos. Digo lo que pienso y soy rechazado. Huyo de mí, de vos y de él y me encuentro en cada esquina con cada uno de nosotros.

Es un juego perverso. Nadie ama como yo lo hago. Por eso no puedo amar. Porque nadie merece mi amor. Por eso lo regalo a quien no lo quiere, para que el nunca aceptado muera en mi pecho putrefacto.

Mi cuento va ganando protagonistas, los monstruos que inventé se van materializando y mis personajes se van comiendo a la persona. La locura va tomando el control. La apariencia se va desgastando y el sentimiento pronto será el veneno que corra por mis venas.

Mis ojos se van cerrando, ojala para siempre…

No hay comentarios.:

Publicar un comentario