Las palabras son bolas de papel atascadas en la garganta. Tinta, que recorre mi cuerpo, que atraviesa mis venas y describe secuencialmente la lenta decadencia de todo lo que no decimos.
Vos sos el cuchillo que se clava sollozando dentro de mi carne. Doy mil vueltas en la cama.
Pertenezco a una rama de árbol torcida, un pedazo de sangre que se coaguló en una arteria, y la muerte se apodera de todos mis movimientos, lentos, vacíos o extremos, silenciados por tu ceguera, por tus ganas de encontrarte, o de encontrar en mi algo que no soy.
Yo soy la brisa que te quema en una noche de frío, yo soy el viento que no para y la tormenta que te hace correr...
Espantapájaros del tiempo, vas volando como la paja, vas quebrándote con mi inconsciencia y mi inocente maldad...
Vuela alto mientras yo caigo ante el peso de tu gravedad.
martes, 17 de noviembre de 2015
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