lunes, 16 de mayo de 2016

La Angustia

Es como un cristal roto. Hay pedazos por todas partes. Brillantes fragmentos de tiempo, como vibrantes diapositivas de una vida. Flashes, luces y alucinaciones despierto.
Hay un solo escenario donde el dolor, el amor y todas las lágrimas se juntan con nuestra mierda y nuestras viseras. Donde ya no importa quién sos o lo que te han hecho, donde todos somos los mismos fragmentos de desecho, que goteamos desde otras gordas manos.
Somos una pieza, pero de un rompecabezas que ya no encaja, como una melodía que ya nadie recuerda, o un camino por el que ya nadie quiere cruzar.
Hay una partecita rota y no tiene repuesto. Hay una pieza que falta y ya no se fabrica. No tiene solución. Como la vida. O como la enfermedad que te va llevando día tras día, y frente a tus ojos.
El vacío negro enfrente es como un gran pozo, que se lleva todo lo que toca o a quien lo contempla.
La existencia no se complementa. La angustia se va devorando los bordes del retrato familiar. El moho de las paredes degrada los cimientos. Pronto caminamos sobre las ruinas de lo que pudimos ser y nunca fuimos.
¿Qué es esta angustia tan grande en el medio del pecho y qué va a poder llenarla sino mas oscuridad, vacío y tristezas? ¿Por qué duele tanto eso que ayer no dolía? Si hasta el rose mas suave de una caricia, quiebra y corta y lastima mucho más que mil espadas.
Se va moviendo espesa debajo de la piel, y va infectando cada resquicio de esencia y de conciencia.
Carga sola con la inmensa carga de su propia existencia, con el peso mismo de su propia esencia.
Es porque quiere ser, sino simplemente no sería. Duele, para sentirse dolida. Y se dice sin cura solo para sentirse legendariamente respetada.
Si al fin y al cabo como la tinta cuando acaba de secar, o como el liquido que va tomando lugar al fondo del vaso la angustia también se va haciendo lugar en la vida de uno. Y a veces le alcanza con una cama y a veces quiere un 3 ambientes. Y esa angustia se va haciendo más grande dentro de uno, Y va engordando y cambiando de talle de pantalón. Se va poniendo vieja, quejumbrosa y mañosa. Se va poniendo compañera, cómplice y se sabe amiga.
Te hace ver que tan solo su compañía sirve para algunas ausencias. Y que siempre parece ser la respuesta a innumerable tipos de preguntas.
La angustia se va poniendo mansita, como un perro que ladra hasta que lo acaricias, y lo hacés tu amigo, y lo llevas a vivir a tu casa y a dormir en tu cama.

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