Se me vacío la poesía y las palabras dulces. Me quedé sin futuro, sin pasado y con un presente ausente. Escaparon todos los finales felices.
Necesitaba despertarme a la mañana y que su olor me haga sentir en casa. Ahora es un fantasma escondido en un perfume o en una remera olvidada.
Son tantos pedazos porque también fueron tantos días. Casi puedo enumerarlos de memoria.
En el primero la luz del sol te pegaba en la cara, estabas frente al cartel que lleva el nombre de la Terminal de Retiro. Tenías pocas cosas y cuando te fuiste no me dejaste nada ¿Por qué de qué sirve una cama si no es para compartirla? ¿Para qué necesito un tele si las series las vimos todas? ¿De qué sirven los recuerdos cuando son puñaladas? O peor..
En el último día la luz del patrullero te iluminaba. La oscuridad te ensombreció los ojos y el hartazgo la garganta.
¿No había nada por salvar?
— No, no había nada.
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