Mi casa es oscura. Vivo en un departamentito contrafrente sobre avenida corrientes. Podría pensarse que por el universo que se desarrolla afuera uno no puede generar su microcosmos para descansar o ser feliz. Pero sí, es posible.
Si no abrís las persianas la luz del sol no entra y parece todo el día como si fueran las 8 de la noche. La oscuridad de la casa se presta para quedarte en la cama por horas. Y si es invierno el frío complota secretamente para que no te quieras ni mover. La cama y el silencio se hacen mejores amigos y te acompañan si no te acostaste temprano, si estás de resaca o tenés depresión.
Mi casa es oscura pero pocas veces pensé en mudarme. Me gusta que sea así. Me permite olvidar que por su misma vereda, mucho más temprano el día ya comenzó. Vivo sobre corrientes; para más de uno acá el día no terminó. Siguió de ronda, de gira y descontrol.
O capáz no. Capáz vive sobre corrientes, quizá es el portero que baldea a las 5:30 o el vagabundo que duerme en el cine premier.
Hay mañanas en que me siento frente a la ventana por donde entra el sol. Me detengo. Pienso que será de mi en 10 años, en 5 o en 2. Pienso que será de mí la próxima semana, o ésta. Pocas veces encuentro respuesta. Buenos Aires me enseñó que las cosas más seguras te pueden cambiar todos los días. Mañana te despiden, mañana te diagnostican una enfermedad incurable, mañana te dejan para siempre.
Me pregunto si en 2 años seguiré viviendo en la misma casa o seguiré durmiendo hasta las 11 porque salí a un fiestón (un martes). Me pregunto si todas esas compañías que parecen tan seguras mañana van a seguir estando. Si con quien compartís hoy la cama, mañana no tendrá nada que ver con vos y sí será un desconocido que sale por la puerta del departamentito oscuro de corrientes. Cada vez más oscuro.
miércoles, 21 de enero de 2015
Suscribirse a:
Comentarios de la entrada (Atom)
No hay comentarios.:
Publicar un comentario